El teléfono sonó en el apartamento de Moisés Alou en Montreal. Era tarde, acercándose a la medianoche, y su esposa, Austria, con seis meses de embarazo de su segundo hijo, estaba sentada a su lado, mirando una película.
Ella contestó el teléfono. Del otro lado estaba su tía, llamando desde Brooklyn. La conexión era pobre y lo fue también para Austria que no pudo escuchar a su tía a través de la línea estática. Ella le pasó la llamada a su esposo.
La tía hizo la mayor parte de la conversación; Alou se sentó a escuchar. Él no dijo más que unas pocas palabras. Por el resto de la película, sobre una noche sin sueño y tarde para la mañana siguiente, Alou luchó tratando de encontrar la manera de decírselo a su esposa. Decidió que no había una buena forma de hacerlo: su padre y su hermano habían sido asesinado. [Mas...]
Fuente Diario Libre
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